"Los camareros financian las cañas a los clientes"

06.06.2019

Juanjo Sánchez Vidal

Se está hablando mucho en las últimas fechas de que los trabajadores deben, obligatoriamente, "fichar" sus horas laborables. Esto quiere decir que registran tanto la hora del entrada como la de salida, para controlar la jornada trabajada.

En algunos sectores se antoja complicado poder respetar los horarios estipulados en contrato, ya sea por la indiosincrasia del propio trabajo, como por aspectos poco controlados.

Uno de esos sectores, sin duda, es la hostelería, donde se suele decir que se sabe a la hora que se entra, pero no a la que se sale.

Es cierto que muchos locales de hostelería cumplen los convenios y los trabajadores tienen sus derechos respetados. Pero también es cierto que una gran mayoría de locales no cumplen con este derecho, el de trabajar las horas estipuladas y cobradas por contrato.

Alguno podría excusarse en que el personal de hostelería cobra un sobresueldo en forma de propina, y que así puede compensar esto.

Estoy seguro que una gran parte de trabajadores cambiarían no cobrar propinas por trabajar sus horas reglamentarias.

Una tarde de descanso charlaba con un compañero de profesión sobre este tema, ante una copa de vino moscatel seco de la Axarquía malagueña.

Me dijo una frase que al principio me sonó a estupidez y que después fue argumentándola hasta llegar a replantearme algunas cosas.

-"Los camareros financiamos las cañas de los clientes". El argumento es el siguiente: El personal de Hostelería en general no puede cobrar su horas extras porque el empresario alega que no factura lo suficiente para ello. Por otro lado existe una frase que me niego a aceptar, que es "Es que así es la hostelería".

Por lo tanto quiere decir que si se sube el precio de una caña, por ejemplo, se podría cubrir el pago de dicho salario, o ampliar la plantilla con nuevos trabajadores para cubrir esos horarios.

Esto es lo a este compañero le llevó a pensar que el trabajador esta soportando con sus horas de trabajo el precio asequible que paga el cliente.

Podemos hacer otra reflexión, si subimos el precio por encima de la competencia , no vendrán los clientes, cerrará el local y perderemos el trabajo.

Es la pescadilla que se muerde la cola. Estamos ante un dilema de difícil solución, pero que hace plantearnos que con nuestro trabajo de horas superiores a lo que marca el contrato y que no cobramos, permitimos que gente pueda salir a disfrutar de una comida, cena, merienda, aperitivo, café, copa...

Piénsenlo cuando les atienda un camarero.

Por cierto nosotros también hemos estudiado para ejercer nuestra profesión.

Juanjo Sánchez Vidal

Sumiller, Formador y Comunicador del Vino

juanjosumiller@gmail.com